Verdadero cronista de la Grecia actual, Márkaris reflota a su comisario Kostas Jaritos para investigar la muerte de un secretario de Turismo en un aparente robo. Nuevo policial de este especialista en la sociedad y la política de este tiempo.
En su paso por la Argentina, el griego Petros Márkaris dialogó sobre su última novela, “Offshore”, protagonizada por la pericia de su entrañable comisario Kostas Jaritos en la que a partir de una serie de crímenes vinculados al dinero retrata la tímida recuperación económica de su país tras la crisis, en una trama que toma como móvil el género negro para hablar de un tiempo y una realidad específica.
Un secretario de Turismo aparece muerto en su casa y lo que parece ser un robo al voleo para Jaritos es indicador de una ejecución a sangre fría. Con esa escena comienza la investigación comandada por este comisario que nada se parece a los gélidos detectives escandinavos, en una Grecia en la que asoman brotes verdes para la economía pero que de trasfondo esconde crímenes, cómplices, secretos bien guardados y capital no declarado.
Y es que Márkaris tiene qué decir sobre su literatura. Para él, el policial es un vehículo que le permite abordar una dimensión que le interesa más que el crimen en sí: la sociedad y la política. Pero nada de esto es nuevo; ya en obras como “Con el agua al cuello”, “Liquidación final” y “Pan, educación y libertad” (su “Tetralogía de la Crisis”, la más famosa), el autor griego viene desplegando las marcas de un género que, por lo menos en el Mediterráneo, tiene nuevas reglas.
Como un cronista de la Grecia actual, este escritor, dramaturgo y guionista de films como “La mirada de Ulises”; nacido en 1937 Estambul, Turquía, formado en Austria y Alemania y radicado en Atenas, es creador de una literatura atrapante que plasmó en cuentos y en una serie de novelas policiales que lo convirtieron en uno de los mayores exponentes del género negro.
En su segunda visita al país, a propósito de una conferencia que tuvo lugar en la Fundación Osde, el escritor griego dialogó con Télam acerca de su novela más reciente, “Offshore” (Tusquets), descartó que su personaje más querido esté cerca de jubilarse y dio cátedra sobre las transformaciones del género y su modo de ejercer el oficio literario.
-Cada año y medio usted publica una nueva novela, que en perspectiva puede ser leída como una suerte de narración literaria sobre la economía, la política y la sociedad griega… Tal vez por eso lo llaman cronista. ¿Le gusta el título?
-En Grecia hay críticos que me dicen que estas novelas, sobre todo las últimas cinco, son más una crónica de la vida que novelas en un sentido estricto. Lo que yo respondo es que todo escritor tiene una forma de conectarse con la realidad, y mi forma de conectarme es ver lo que está ocurriendo ahora. Otros escritores esperan que pase un tiempo y después evalúan lo que pasó. A mí me gusta hablar de las cosas en el momento en que están ocurriendo, y me preocupa mucho la reacción de la gente en los momentos difíciles.
-¿Y de qué modo llega a eso que está ocurriendo?
-En Grecia diarios, medios y políticos hablan de estas cosas todos los días; la gente no habla de otra cosa que no sea la crisis, lo que está pasando ahora y las dificultades que están experimentando, así que la cuestión no es dónde encuentro la materia prima, la cuestión es la manera en que decido evaluar ese material. Esa es la gran diferencia. Porque incluso el sufrimiento de la gente yo lo veo desde un punto de vista crítico. Digo “sí, sé que están sufriendo”, pero también me pregunto: “¿en qué medida son ellos responsables de lo que está pasando?”.
-A diferencia del policial negro más clásico, el móvil de sus historias es el dinero; el mismo Jaritos dice que nueve de cada diez crímenes tienen ese móvil ¿qué lugar le da al dinero?
-Voy a contar una historia: en 1965 yo era asesor de la televisión pública griega para series de tv y llegó un proyecto presentado por un escritor de comedias muy famoso. Cuando leí el proyecto, los lineamientos, su tratamiento fílmico, descubrí que él había combinado todo lo que escribió antes; todo lo que decía, ya lo había dicho. Me vi en un problema, entonces le propuse hacer algo “más innovador”. Me miró y me dijo: “mire jovencito, todas las historias del mundo no son más que 50, y de ese 50 hay dos que son importantes: el amor y el dinero”. Tenía razón: no importa la historia, sino cómo la escribís.
-¿Cree que la temática del dinero, y en específico de las cuentas offshore, en boca de todos tras el escándalo de los Panamá Papers, producen un efecto distinto en países como los latinoamericanos o Grecia?
-Lo diferente es que estas cuentas son más operativas en países de Sudamérica o en Grecia de lo que son en países europeos como Alemania, Suecia o Reino Unido. En esos países aceptan el dinero y miran para otro lado, no se preguntan de dónde viene, lo toman y lo llaman inversiones. El dinero sin una fuente conocida se absorbe como una inversión. ¿Quién se enoja con eso? Y eso es lo que ocurre en la novela: la falta de transparencia, lo opaco del dinero.
-En la Argentina sus libros son muy leídos ¿cree que hay una conexión entre sus historias y lo que ocurre en otras esferas de la sociedad?
-Sucede que hubo un cambio de tendencia en la novela policial, principalmente después de la década del 70. Ahora es más una novela social que policial, en el sentido de que el delito es un pretexto para hablar de la realidad social y política del país. El primero que lo hizo con mucho éxito fue (Manuel Vázquez) Montalbán y después nosotros aprendimos de él. Somos un grupo de escritores, sobre todo en el Mediterráneo, que hacemos novela social y política, mientras que la escandinava es solo social.
-¿Cuál es su lectura acerca de esa presencia de lo político?
-Es que vivimos en países donde la política es un dolor de cabeza. Entonces, utilizamos la novela policial para hablar sobre la realidad social y política y sus consecuencias en la gente. Pero esto no es nada nuevo, la novela del siglo XIX hacía lo mismo: Víctor Hugo en “Los miserables”, también Dostoievski en “Crimen y Castigo”, y muchas novelas de Emile Zolá y Honoré de Balzac; todos estos escritores utilizan la novela policial como pretexto para hablar de la realidad.
-Entonces, más que un novelista policial, podríamos definirlo como un escritor de la realidad y su tiempo…
-Claro que sí. Para mí es más fácil empezar por un relato policial y hablar de la sociedad y la política. Otro escritor encontraría otra forma de hacerlo, pero en mi caso es la mejor manera de contar la historia. Yo utilizo el relato policial como punto de partida para narrar.